miércoles, agosto 17, 2011

El dia de ayer


En sus ojos pude ver una profunda tristeza casi infinita, una pasión irrevocable meramente absurda y una nostalgia incontenible. Era verano una noche de lunes, el viento no soplaba casi nada, la ciudad tranquila, apagada; y mi corazón tan inquieto cuanto mis labios húmedos, interrogaban sin temor a despedirse. Ella me besaba y susurraba algunas penas y recuerdos a mi oído, yo decaído quise alejarme de prisa.
Su mirada y sus manos no me dejaban irme, así toda contradicción ocurría en ese momento; yo seguía un tanto perplejo por aquellas aseveraciones de su sangre y las pisadas que en mi consciencia dejaban, temiendo la muerte ante la noche serena y oculta.
Ya nada será igual.

Eduardo.

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