jueves, febrero 16, 2006

Vórtice de pensamientos...

En la habitación vacía y desordenada,
me encontraba de nuevo leyendo las insólitas,
enfermizas e hilarantes anécdotas
de mi amigo “el Capitán” olvidado en su demencia.

Entrada ya la noche, inadvertida por el atardecer,
me senté a escribir un poco acerca de lo experimentado,
en las últimas horas de estar excavando
el punto del delirio en mi mente, buscando respuestas
a cuestiones poco claras y bastante vagas,
preguntándome a mí mismo:
“¿qué hago aquí en éste momento,
y por qué estoy haciendo lo que hago?”;
nunca logré determinarlo,
pues mi mente estupefacta vagaba en una dimensión
de recuerdos desaforados y poco claros.

Por un momento me perdí en una locura incauta,
estimulada por mi débil y frágil cordura,
y fui perseguido por mi memoria absorta.
Con el tintero derramado sobre la mesa y un pulso inexacto,
dibujé algunos símbolos sobre el papel ya oxidado
y roto a causa del pasar de los años.
Cesé de escribir por un instante
para terminar de remendar mi viejo abrigo,
muy desgastado por el polvo y las polillas del viejo armario.

Tomé de nuevo las viejas páginas de mi cuaderno sin pasta
y entonces me di cuenta de que nada de lo antes escrito
tenía sentido alguno, y de que había caído yo
en un pozo de pensamientos bastante putrefactos;
sin embargo reconfortantes a la vez.

Terminé de escribir la última página en la libreta
y decidí ser tomado ahora por el ritmo
y las notas exuberantes de la música inverosímil;
y acudí una vez más al mundo de mi vieja amiga
Lophophora Williamsii,
un universo inaudito y de incertidumbre momentánea;
entonces, guiado por la alucinación
y el sopor de mi coherencia entré en él...

Así continué con aquel viaje hasta el amanecer,
en que por fin alcancé a conciliar el sueño,
pero los mismos pensamientos abstractos
rodeaban mi estado de irrealidad
y seguían torturándome, ahora en mi subconsciente.

Despierto empapado en sudor
y con un dolor de cabeza estremecedor;
me asomo a la ventana y observo a la gente,
que había conocido tiempo atrás,
intacta en su mundo de sueños utópicos a pesar de todo;
entonces descubro que he regresado a la realidad,
abstemio de pasión y ebrio de ilusiones,
en ese momento los recuerdos irreprimibles
se prolongan cada vez más,
hasta el final de los tiempos...
ƒîиwë

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